martes, 27 de diciembre de 2011

Una suave poesía de mi cortesía

Bueh... de suave no tiene nada. Es una ironía impuesta de mi parte lo de "suave". Los que ya conocen sobre mi prosa saben que me gusta la poesía maldita, una medicina bien venenosa para la moral de los débiles de alma. En fin, de vez en cuando es bueno que publique una poesía pa' no perder la practica. Por ende, orgulloso les presento a...


Himno de las Crueldades Urbanas

Decadencia de los reinos de culturas burguesas,
Con princesas prostitutas y héroes villanescos
Copulando en nuestras horribles primaveras
Manchadas con el desparrame blanco y pesquero
De los desperdicios que pronto serán paridos…
Ahí, en los más oscuros de nuestros inviernos.
Camino en las calles de nuestra necrópolis intelectual
Mientras debo padecer del escuchar del tonto recitar
De las profecías vociferadas por ángeles drogados.
Hereje en esta fortaleza de esclavos paradójicos,
Tengo que soportar el martirio irreconocible
De ser despreciado por los despreciados.
Maldito el pasado que se muestra como extrañado
Cuando en realidad es origen de este presente marchito.
Los enajenados bailan sobre las ruinas mohosas
De un futuro lleno de esperanzas ajenas a la realidad.
Sacerdotes asesinos rugen sus mentirosos discursos
Para que los perros ladren, pero no muerdan nunca y jamás.
Muchos especulan en proximidades el caer de las columnas.
Oh hermanos míos, escuchen estas palabras podridas de verdad
De que nuestras columnas caídas están hace tiempo ya.
Se cayeron antes de que las construyamos siquiera.
Abortadas fueron antes de levantarse nuestros panteones
¡Malditas las ventanas abiertas ya que las puertas están cerradas!
¿Es que no lo ven, acaso, mis hermanos mal paridos como yo?
¿Son ciegos o acaso no quieren ver? ¿Quieren al tuerto aun rey?
Nuestras venas supuran el sangrar de nuestro grotesco pus
Que se gestó imprudente en nuestras cuerdas mentes...
¡Oh cordura, la peor de las locuras! ¡Masiva y contagiosa!
¡Reptante se hace conquistadora de nuestros terrores!
¿Quién me escuchará acaso en estas tierras de cemento?
Es más fácil clavarme un puñal en mi acido corazón...
Muchos lo han hecho, miedosos de los valores engendrados
Por el misticismo radiante, inspirado por el meditar de mí hígado
¡Te imploro a ti Barón de los Sábados, lame el dolor de mis llagas!
¡En tus templos escondidos derramo mi tiempo, triste y melancólico!
Yo, tu hijo cornudo como una cabra y escamoso como una serpiente
Lloro mis lágrimas de cuervo que fue mal nacido de su huevo…
Ya de joven me volví viejo… de viejo tendré los vicios de un joven,
Si es que acaso el lúgubre obrero del Ankou no me reclama antes…

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