jueves, 29 de agosto de 2013

Strawberries and cream.

Hace mucho que no publicaba en Calavera, y la culpa es enteramente mía. Otros proyectos me mantuvieron muy ocupados, pero bueno, hoy pude hacer tiempo y posteo este poema que escribí allá por el 2007.

We stain the sheets.
Poetry books below our pillow.
Eating strawberries and cream.
Strawberries and cream, and a bed.
Sometime we get dirty with cream,
but we knew how to lick ourselves well.

I remember, it was hard
to read Bukowski at the same time
I taste your neck.
Your insipid commentaries.
The untied paranoia.

Often we struggle
and the books were breaking.
Chunks of paper flying in the room.
We pick some randomly
and we assemble new poems
with words of others
of those whom we really love.

I used to like reading
Those chunks
that where stick in your ass.

Some other time, I wrote
Only once
With my other hande
I put the strawberries
in your mouth.

I do not remember if when
you were with me
I wrote something great.
Probably not.
But I had liked to.
As I also Had liked to
Write in your belly.
I never did...
Simply we remain there.
Having strawberries and cream.



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martes, 20 de agosto de 2013

Regreso al Templo Antiguo

¡Buenas, personas que leen el blog! Hoy les traigo la tercera y última parte de la historia del arqueólogo y los griegos. Con la colaboración de Shanka en los dibujos.
Si no leyeron las anteriores háganlo: Casco Corintio y Oráculo de Delfos.
Espero que disfruten el final de esta historia y sigan atentos a las novedades del blog.

Saludos, 

Lord_vampiro



Regreso al Templo Antiguo 


Cuando el arqueólogo salió del templo, reflexionó acerca de las palabras de la Pitonisa. Para volver a su época debía volver al templo donde comenzó la aventura. Le parecía extraño, pero desde que llegó qué no lo era. Al salir volvió a encontrarse con el anciano y le explicó brevemente la primera parte de las palabras que le habían dicho, las que anunciaban el fin del mundo mítico.  El viejo parecía tranquilo, se sentía protegido dentro del templo. Delfos no caerá”. Con esa frase se despidieron.

  
Durante el viaje de vuelta, el arqueólogo percibía un gran silencio y tenía una extraña sensación de peligro a pesar de no encontrar signos de vida.
Descansaba de día y avanzaba valientemente por las noches, aferrándose a su espada.


Una de las noches del viaje, en las cercanías de la cueva, divisó el brillo de unas llamas. Al acercarse las llamas se conviritieron en tres viajeros que iban en dirección a la cueva. Les advirtió de los peligros del lugar y esos hombres explicaron que iban a luchar contra unas horribles bestias.

Los viajeros se unieron al arqueólogo en su camino al templo de la cueva.  Las antorchas no iluminaban mucho y caminaban lentamente cuando, de repente, comenzaron a ser atacados. Uno a uno los viajeros fueron cayendo, dejando solo al guerrero corintio. Acorraldo en el centro del templo, el guerrero arqueólogo sacó su espada, preparándose para luchar. Recordando las palabras del anciano pidió ayuda a Apolo, pero nada sucedió y se vio rodeado por un grupo enorme de enemigos que se le abalanzaron en hordas. Sintió como sus miembros eran desgarrados y múltiples mordidas arrancaban la piel de su cuerpo.
  
Su esencia se desdoblaba y era transportado por una extraña fuerza. Abrió los ojos, viendo el casco a su lado, junto a una espada y las ruinas del templo. Observó su cuerpo, que estaba en perfectas condiciones. Había vuelto a su tiempo.

 

Los rayos del sol seguían asomándose por una pequeña abertura y se acercó a ellos en busca de una salida. Volvía a sentir una extraña sensación en su curepo. La salida del lugar estaba derrumbada, debía buscar otra alternativa para escapar. De repente, al pasar por un rincón oscuro, sintió una extraña respiración cercana a él. Gritó por ayuda, esperando que alguna persona lo sacara de ese lugar, pero en vez de eso vio una torpe silueta acercándose. La piel parecía de piedra, tenía unas enormes fauces y ojos ciegos. Intentó tomar la espada para luchar pero estaba muy vieja y oxidada. 


Con su cuerpo normal el arqueólogo no se sentía tan fuerte como cuando era guerrero. Observando a su alrededor en busca de algún objeto recordó su pico, tomando esa herramienta lo más rápido que pudo para usarla de arma. Su destreza no era tan buena y erró el primer golpe. Las zarpas del monstruo lo inmovilizaron, hiriéndolo de muerte, llevándose su historia a la tumba.  

FIN
 
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martes, 13 de agosto de 2013

Oráculo de Delfos

La segunda parte de la historia llamada "Casco Corintio". Si no la leyeron, háganlo porque tal vez se pierdan algunos detalles sobre la de este post. Podrán disfrutar de una excelente ilustración de Shanka como en la historia anterior.
Delfos es uno de los edificios del antiguo mundo griego que aún hoy en día queda en pie. Y fue declarado patrimonio de la humanidad. Fue un lugar de culto a Apolo y un oráculo muy importante en los tiempos antiguos.
Pero bueno, basta de datos por hoy, mejor los dejo con el relato. Espero que lo disfruten y volveremos a leernos muy pronto en próximas entradas.

Saludos cordiales,

Lord Vampiro. 





Oráculo de Delfos

Luego de salir del templo en la cueva, el arqueólogo, devenido en guerrero, pudo observar una figura acercándose en su dirección. Temiendo repetir la experiencia anterior, apuró el paso para tratar de cruzarse lo más rápido posible hacia esa figura y advertirle del peligro. 


La figura era un anciano en muy buen estado físico. El arqueólogo se dio cuenta de que podía hablar con el anciano y, con solo pensarlo, conversaba en el mismo dialecto que el hombre. Intercambiaron noticias, entre ellas lo que había sucedido en la cueva, resultando  algo pálida la expresión del ancianoEl viejo cayó desvanecido, siendo rápidamente cargado en los brazos del arqueólogo, caminando en línea recta.  

Las horas pasaban, y cuando el anciano se recuperó le dio más información sobre las horribles criaturas, relatándole sobre muchos ataques en los pueblos vecinos, todos provenientes de un abismo. Siguió comentando que muchos soldados e inocentes habían perecido en esas batallas. El arqueólogo confesó que había matado a uno fácilmente y el anciano vio recuperada un poco de sus esperanzas pérdidas. 

Tras un breve pensamiento, el anciano dijo que ellos debían ir al gran oráculo de Delfos en busca de respuestas a este nuevo mal que había surgido. El arqueólogo estuvo de acuerdo porque también quería respuestas, especialmente una que lo ayudara a regresar a su época. 


Tardaron algunos días en llegar a Delfos, observando las ruinas y la muerte que habían sembrado los asquerosos seres. Al ver el Oráculo de Delfos, el anciano se dotó de una gran energía con la que apuró su paso para acercarse. El arqueólogo, preocupado, le siguió el ritmo.

Se sintieron revitalizados con los cálidos rayos del sol bañando sus cuerpos cercanos al lugar. Unas mujeres los recibieron y les ofrecieron agua de un manantial. Una de las mujeres les hizo saber que “La Sibila los esperaba”.  Esta última guió al guerrero arqueólogo hacia una cámara profunda dentro del templo.


En ese lugar escuchó la voz de una mujer que le daba la bienvenida, sin darse cuenta si era joven o anciana. La mujer parecía muy preocupada y le respondió lo siguiente:


"Se para lo que vienes. La era de los dioses está por terminar.

Esas criaturas anuncian el fin y los tiempos míticos dejaran de existir.

Podremos detenerlos, pero a partir de ese momento ustedes, los humanos, deberán pelear solos."


El arqueólogo quería irse, pero la voz de la mujer lo detuvo:


"No te vayas aún, debes saber algo más. 

Se lo que buscas. Lo único que puedo decirte es que para hacerlo deberás volver a donde comenzaste…"


Oyendo la últimas palabras de la sibila, el arqueólogo resolvió que debía volver al templo en donde inició su extraña aventura...





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