martes, 20 de agosto de 2013

Regreso al Templo Antiguo

¡Buenas, personas que leen el blog! Hoy les traigo la tercera y última parte de la historia del arqueólogo y los griegos. Con la colaboración de Shanka en los dibujos.
Si no leyeron las anteriores háganlo: Casco Corintio y Oráculo de Delfos.
Espero que disfruten el final de esta historia y sigan atentos a las novedades del blog.

Saludos, 

Lord_vampiro



Regreso al Templo Antiguo 


Cuando el arqueólogo salió del templo, reflexionó acerca de las palabras de la Pitonisa. Para volver a su época debía volver al templo donde comenzó la aventura. Le parecía extraño, pero desde que llegó qué no lo era. Al salir volvió a encontrarse con el anciano y le explicó brevemente la primera parte de las palabras que le habían dicho, las que anunciaban el fin del mundo mítico.  El viejo parecía tranquilo, se sentía protegido dentro del templo. Delfos no caerá”. Con esa frase se despidieron.

  
Durante el viaje de vuelta, el arqueólogo percibía un gran silencio y tenía una extraña sensación de peligro a pesar de no encontrar signos de vida.
Descansaba de día y avanzaba valientemente por las noches, aferrándose a su espada.


Una de las noches del viaje, en las cercanías de la cueva, divisó el brillo de unas llamas. Al acercarse las llamas se conviritieron en tres viajeros que iban en dirección a la cueva. Les advirtió de los peligros del lugar y esos hombres explicaron que iban a luchar contra unas horribles bestias.

Los viajeros se unieron al arqueólogo en su camino al templo de la cueva.  Las antorchas no iluminaban mucho y caminaban lentamente cuando, de repente, comenzaron a ser atacados. Uno a uno los viajeros fueron cayendo, dejando solo al guerrero corintio. Acorraldo en el centro del templo, el guerrero arqueólogo sacó su espada, preparándose para luchar. Recordando las palabras del anciano pidió ayuda a Apolo, pero nada sucedió y se vio rodeado por un grupo enorme de enemigos que se le abalanzaron en hordas. Sintió como sus miembros eran desgarrados y múltiples mordidas arrancaban la piel de su cuerpo.
  
Su esencia se desdoblaba y era transportado por una extraña fuerza. Abrió los ojos, viendo el casco a su lado, junto a una espada y las ruinas del templo. Observó su cuerpo, que estaba en perfectas condiciones. Había vuelto a su tiempo.

 

Los rayos del sol seguían asomándose por una pequeña abertura y se acercó a ellos en busca de una salida. Volvía a sentir una extraña sensación en su curepo. La salida del lugar estaba derrumbada, debía buscar otra alternativa para escapar. De repente, al pasar por un rincón oscuro, sintió una extraña respiración cercana a él. Gritó por ayuda, esperando que alguna persona lo sacara de ese lugar, pero en vez de eso vio una torpe silueta acercándose. La piel parecía de piedra, tenía unas enormes fauces y ojos ciegos. Intentó tomar la espada para luchar pero estaba muy vieja y oxidada. 


Con su cuerpo normal el arqueólogo no se sentía tan fuerte como cuando era guerrero. Observando a su alrededor en busca de algún objeto recordó su pico, tomando esa herramienta lo más rápido que pudo para usarla de arma. Su destreza no era tan buena y erró el primer golpe. Las zarpas del monstruo lo inmovilizaron, hiriéndolo de muerte, llevándose su historia a la tumba.  

FIN
 

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