martes, 9 de agosto de 2011

Buenos Sangres (1)


Re editada de la Introducción (anterior introducción demasiada larga y contaba el argumento del cuento): Bien, quiero dejar en claro un par de puntos. Cada cuento de "Buenos Sangres" es más bien un capitulo de una saga con protagonista-relator diferente. Otro punto a destacar es que no estoy deseoso de hacer una saga de "terror", ya que en nuestra era actual de medios de entretenimiento audio-visuales avanzados es demasiado difícil (por no decir casi imposible) lograr generar "terror" desde la escritura. Por ende, uno de mis objetivos con los relatos de dicha saga es más bien que el lector haga un vistazo de cada personalidad de los diferentes protagonistas vampiros y haga su propia opinión de cada uno. Algunos los enamorarán, otros lo irritarán y de otros se compadecerán, dependiendo de cada uno de ustedes mis estimados lectores. Por ultimo, también quiero lograr "vampirizar" al ser humano en vez de "humanizar" a nuestros (no tan) amigos los vampiros. Dar la sensación incomoda de que los vampiros no son realmente diferente a los humanos, sino que son humanos con sus pasiones oscuras potenciadas y al descubierto ante ellos mismos. Es así que presento con cierta dicha humilde mi pequeña saga, por alguna forma clarificarla, "gótico-punk".


Festín Frenético


¡Que repugnante! Aun no me puedo acostumbrar a estos brotes psicoticos provocado por la hambruna feroz. Hace siete años que soy técnicamente un muerto andante y aun no me acostumbro a la perdida de mi humanidad. No estoy hecho para esto, pero aun así tengo que sobrevivir… ¡Dios, mierda! ¡El cuerpo todo mutilado de esa pobre piba y aun así no se le salio, ni muerta, esa puta expresión de retorcido éxtasis! Cada vez que muerdo a alguien es como si se ahogaran en un narcótico orgasmo. Cuando se me pasa la mano y despedazo a alguien en frenesí es como si para ellos fuera una eutanasia. No sabía que los vivos daban tantos escalofríos como nosotros, las abominaciones muertas. Aunque lo irónico es que ellos son las presas…

¡Ay carajo! ¡Todo el cuarto esta manchado de fluidos!... Ahora mismo estoy limpiando la sangre del piso con mi lengua, obviamente. Estoy nervioso de vuelta. Pero aun así se como solucionar esto. Ya me ha pasado unas cinco veces más. Intentas tomar pequeñas dosis de sangre pero en algún momento el hambre… sed… ¡lo que sea! En fin, siempre te mata. Necesitas más. Sientes como si lo necesario fueran galones de sangre. Pero tan solo es necesario un festín de una sola persona. Uno al principio siente culpa… Cree que con ratas, gatos y perros se puede saciar. Terminas descubriendo que la mordida lleva al éxtasis, como si trasmitieras un calmante desde tus colmillos. Sabes que los animales no son suficientes para saciarte. Necesitas a una persona. Te arreglas, te pones fachero y te vas al club cheton más decadente que encuentres… Bueno, por lo menos a mi me gusta comer bien. De forma grasosa, pero bien. Te enganchas a alguna putita de por ahí. Tienes como un instinto de caza que te dice bien que persona te tiene ganas y al instante ya sabes que gestos tienes que usar para atraerla a la trampa. Y te dices a ti mismo, “bien… solo una mordida. A ella le va a gustar y yo me calmare”. Sucede así, ella experimenta un placer nuevo que ni el sexo le podría brindar y vos te calmas un poco. Pero solo un poco. Le lames las heridas del cuello y se cierran como por arte de magia. Pero yendo al punto, tarde o temprano haces todo para que los dos puedan irse a un lugar privado, los dos solos, y cuando unas gotas pasan por tu garganta empiezas a sentirlas como un acido adictivo de increíble sabor… ¡Y pum! ¡Te descontrolas y todo termina siendo un enchastre de tripas! Para colmo, ella no grita. Esta tan sedada que no puede gritar. Tantas endorfinas o polvos de hadas pasan por su organismo que apenas lanza un gemido de placer como si le hubieras picado su conchudo punto G mientras uno mismo la empieza a agujerear el torax con los mismos dedos… y abrirla con las garras. La primera vez no sabes bien de donde mierda salieron las garras. Pero no importa. Ella siempre será deliciosa mientras te vuelves loco de saciedad. Después te viene la culpa y terminas en la de los animales o en la de tomar solo un poco de nuevo. Con un poco por noche te mantienes bien para sobrevivir perfectamente. Pero no te trae la tan desesperada calma que necesitas. Es como si comer fideos, además de ser alimenticio, también te fuera adictivo. Obviamente, yo ya no como fideos…
Recuerdo que al rato de darme cuenta de los placeres de la sangre, yo ya estaba ampliando mis zonas de caza. Cualquier boliche oscuro a uno le venía bien. Y al poco tiempo te terminas deshaciéndote de los prejuicios sexuales de cuando estabas vivo. O sea, ¡dale! Es un tema de alimentación, no de sexo. Y de todas maneras tus genitales ya están completamente marchitos por dentro. El disfrute del garche ya no es ni una necesidad ni un disfrute. Es como la acción de pararse arriba de una impresora y peinarse los zapatos mientras les gritas a los demás que tienes de mascota un dinosaurio llamado Raúl. En forma algo más resumida, simplemente el sexo se vuelve una acción irracional y sin sentido para ti. Pero me fui del hilo. Contaba que uno termina hasta yéndose a boliches gays porque sabes que los homosexuales son más rápido. Es como ir a un local de comida rápida y chatarra. No te importa que sea solo una hamburguesa con papa fritas en vez de un manjar finoli. Sabes que el puto te sale rápido y hasta barato… De hecho, es mejor que una hamburguesería porque de paso no te sale caro. Recuerdo a ese pobre pibito que le termine quitando la vida en otro ataque de hambre loca. Solo era un joven pervertido por la discriminación que sufrió por parte de la sociedad y cultura hetero-dominante. Terminamos los dos solos en un hotel de mala pinta… y termino igual que esta gila que tengo tirada y casi desarmada en el conchudo piso del cuarto de hotel. Creo que se llamaba Pablo el pibe ¿O le decían Peter? Ya no recuerdo bien. Solo recuerdo que sus intestinos salieron como si fueran chinchulines desde su abdomen por culpa de mis garras…
Pensar que cuando tenía la gracia de respirar por necesidad nunca me creería que llegaría a ser un carnívoro seductor como me tengo que convertir a cada rato en cada noche. Yo no era algo como esto. Era un pobre muchacho tímido e introvertido que a pesar de ya tener más de dos décadas de edad me comportaba como un pre-adolescente temeroso a la hora de hablar con mujeres. Ahora soy todo un lobo con traje de oveja bisexual ¡Hasta travestís llego a almorzarme! A veces me pregunto si con mi mordida seré un trasmisor de VIH. Quizás por solo temporadas. Digo, yo no tengo la misma sangre de forma permanente. Yo renuevo mi sangre robándosela a otra gente… a gente viva. Además, quizás el virus no pueda hacer ni mierda con el tipo raro de organismo que yo pueda tener. Tal vez cuando entra en mi cuerpo se caga en si mismo y se limita a morirse. No lo sé. De todas maneras a mi no me afecta. Los jode a ellos. A los vivos… ¿Qué mierda estoy diciendo? ¡Yo no era así! ¡Hasta una mosca moribunda me daba lastima!...
Eh… Tengo que limpiar este quilombo e irme de aquí sin que nadie me agarre justo con las manos en la masa. Bueno, en la masa toda despedazada. Aun no entiendo como no soy perseguido y sospechado por la yuta. Durante siete años me he llevado a más de un pobre saco de carne al carajo de los infiernos y la cana ni se molesta en rastrearme las huellas o algo. Quizás porque ya me dan por muerto… Bueno, por un muerto que no anda caminando por ahí. Recuerdo que fui desenterrado de una tumba de noche por… alguien. Y que, cuando llegaba el amanecer, la luz del Sol me irritaba… MUCHO. Nunca supe quien me desenterró. Solo me desperté de una tumba abierta y pareció como si ningún guardia del cementerio, justo el de Recoleta, estuviera por ahí haciendo su puto trabajo de cuidar del jodido cementerio. Después me percate que tenía una intuición para hacerme pasar desapercibido por los guardias de la necrópolis. Así le digo yo al cementerio: necrópolis. Termine durmiendo mis primeras noches ahí como cadáver chupa-sangre hasta que termine teniendo algunos lugares para esconderme del día. Supongo que quien me haya desenterrado también era como yo. Debe haber sido él, o ella, o lo que sea, quien me desenterró.
Bueno… ya termine de tranquilizarme hablando desde adentro conmigo mismo. Es hora de encargarme de como hacer para deshacerme de esta morcilla mordida sin que nadie del telo se percate de la carnicería que pasó. Bien Facundo, usa tu experiencia para salir impune de esta mierda. Recuerda que hiciste con Peter aquella vez… ¿O se llamaba Pablo?...
¡MIERDA! ¿A QUIEN CARAJO LE IMPORTA? ¡QUE LA MORCILLA ENCUENTRE TECHO DEBAJO DE LA CAMA Y A TOMARSE EL PUTO PALO!

Matías Ricardo Canale

1 comentario: