Todavía juego con
las llaves; hacía no más de media hora que el Sr. Robles me las entregó. Al
hacerlo el portero del edificio me sonrió, 'Bienvenido' me pareció oírle
murmurar. No me olvidaré nunca del momento en el que vi al Sr. Robles arrancar
su Peugeot desde la ventana y ver cómo se perdía por la avenida.
El portero se acercó hacia a mí, me felicitó y me dijo
que cualquier problema que llegara a tener se lo comunicara. Le agradecí y me
retiré. Subí por el ascensor, tomé aire y no exhalé hasta llegar al cuarto
piso, el que había marcado. Caminé unos pocos pasos por un angosto pasillo
hasta estar frente a la puerta del departamento C.
Abrí la puerta y sin entrar todavía me dije 'Tu primer
departamento, Guido responsable'. Una vez adentro prendí todas las luces,
quería ver como era el departamento totalmente iluminado. Había unas pocas
cajas que contenían mis ropas, mis libros y todo lo que usaba en la residencia.
Era bastante amplio para una sola persona. Dos habitaciones, de las cuales, a
una le colocaré un escritorio para que Guido estudiante pueda leer y Guido
trabajador pueda hacer los cierre de caja para la empresa. La cocina no era muy
grande, pero no es algo que me preocupe, ya que no soy de cocinar; a veces
Guido creativo entraba para hacer algún emparedado rápido antes de salir. El
living era bastante amplio, había espacio para una televisión y el equipo de
música, ideal para relajarse.
Estuve todo el día abriendo cajas acomodando el sin
fin de objetos personales que traje conmigo, la variedad era tanta que
pareciera que en lugar de una persona vivían diez. No parecía real que en unas
pocas cajas entrara toda una vida. Al caer la noche el esfuerzo valió la pena,
me encontraba instalado en mi nuevo hogar.
Conforme pasaron los días fui adaptándome cada vez
mejor y, también, compraba cualquier cosa para decorar el departamento. Las
paredes se veían muy vacías, por lo que colgué unos cuantos cuadros. Se me
ocurrió la idea de que cada mes o cada dos meses, renovar los cuadros para ver quiénes
de mis amigos notaba la diferencia, en realidad no se me ocurrió a mí, sino a
Guido Artista.
Decidí también comprar dos veladores para mi cuarto,
ideales para leer en la noche. Desde chico, antes de irme a descansar siempre
elegía un libro al azar de mi biblioteca, y volvía a leer mis pasajes
favoritos. Noches en las que unía a Bukowski con Cortazar, a veces hasta a
Borges con Henry Miller, a un colegio elegante y sofisticado con la soledad, a
una elite contrapuesta con la embriaguez, y el anhelo de mujeres.
Fue esa noche en la que me di cuenta que todos mis
libros habían quedado en el living. Guido arquitecto había armado allí la
biblioteca y no en mi cuarto. Es muy probable que a Guido somnoliento le
moleste caminar hasta el salón para buscar un libro, será algo con lo que
tendrá que aprender a vivir.
Los primeros meses pasaron, me sentía muy a gusto con
mi hogar. Quedaba cerca tanto de la facultad como del trabajo y todo en mi vida
parecía tener un equilibrio que nunca antes tuvo. Esto empezaba a reflejarse en
los otros ámbitos de mi vida; mis notas eran de las mejores del curso. También
al poco tiempo, decidieron darme un mejor puesto en mi trabajo, no sólo eso,
además gane un bono gracias a mi desempeño. Decidí con el dinero comprar una
trompeta, para que Guido músico tocara, no lo escuchaba desde que dejé la casa
de mis padres.
La música del instrumento acompañaba a la del equipo
con su ´Rhythm & Blues´, sentía como el sonido decoraba mi hogar, mientras
que, encerrados en uno de los cuartos, Guido estudiante junto a Guido
trabajador se concentraban cada uno en sus respectivos quehaceres.
A mitad de año, aproximadamente, fue que empecé con
algunos problemas en la espalda. Me despertaba dolorido, cambié los colchones
no una, sino dos veces pero no cambió en nada. Inclusive llegué a consultar un
médico por esto, y me derivó a un analista, dijo que debía ser por tener sueños
demasiado profundos. Los sueños duelen. Sin embargo, no tenía la impresión de
que fuera por eso, había algo, otra cosa que originaba este dolor. Opté por ir
al analista luego de un tiempo ya que mis dolores no cesaban, y se me acababan
las ideas. Inclusive le pregunté a Guido creativo si podía imaginar alguna
razón, pero no podía pensar bien, estaba confundido por la música que producía
Guido músico...
Llegó agosto y los dolores de espalda continuaban,
empezaron a afectar mi desempeño en el trabajo, junto con el hecho de que Guido
estudiante preparaba sus finales y tenía todos sus libros esparcidos por el
escritorio. A veces lo escuchaba discutir con Guido trabajador. Si discutían
hasta tarde, Guido fastidioso les tocaba la puerta de manera brusca y violenta.
Al principio funcionaba para callarlos, pero después de un tiempo los tres se
encontraban discutiendo y gritándose unos a otros.
Todos los jueves que me veía con el analista dudaba
seriamente en volver, me parecía demasiado caro para el poco tiempo que tenia
para hablar, ya que la hora que duraba la sesión tenía que dividirla con Guido
chismoso, que habla veinte minutos sobre los eventos que más lo marcaron en la
infancia. Luego pasaba al menos media hora en la que Guido incestuoso hablaba
de... No quiero recordar, pero el detalle es que me dejaba a mí diez minutos
para discutir el origen de mis dolores, a los que el analista no encontraba
respuesta.
Un jueves en particular, hace relativamente poco fue
que noté sentado en un rincón del salón, a alguien que no había notado antes,
me llamó la atención que a diferencia de los otros, su pelo estaba teñido un
tono más oscuro, se vestía con colores opacos y casi no emitía sonido. Me parecía
extraño que nunca se quejara de las discusiones entre Guido estudiante y Guido
trabajador, me daba la impresión de que solo escuchaba a Guido músico, que con
su trompeta se la pasaba dando vueltas por la casa, pero que al notar que tenía
un oyente se colocaba al lado de éste y montaba un espectáculo para divertirlo,
el otro luego de un tiempo esbozaba una sonrisa, un poco sádica tal vez, pero
que el trompetista interpretaba como señal positiva y seguía tocando.
La espalda me estaba matando. Ya no podía dormir.
Ahogaba mis ojos con la televisión, veía los noticieros de medianoche esperando
que mis pestañas pesaran los suficiente como para consumir el sueño. Aún con la
puerta cerrada podía escuchar los gritos de los otros en mi cabeza. Sus gritos,
y la apagada melodía de una trompeta.
Hace una semana que dejé de ir al analista. Ya no
puedo pagarlo. Mis jefes dijeron que me volví improductivo por lo que
decidieron prescindir de mí. No puedo culparlos. Mis notas han bajado también,
en algunas materias hasta he comenzado a reprobar los exámenes. Ya no se oyen
ruidos en la habitación con escritorio. Entré a echar un vistazo, Guido
estudiante trataba de leer, pero no podía pasar de página. Una y otra vez, el
mismo párrafo, las mismas oraciones, las mismas palabras, todo lo que leía era
efímero. En una esquina de la habitación, y totalmente pálido, estaba Guido
trabajador, agachado y temblando. Sus labios se habían tornado morados. Lo
ayudé a pararse, traté de que se sentara en una silla, estaba estupefacto como
para hablar, le ofrecí la sección de clasificados del diario, tal vez buscar un
nuevo empleo lo ayude a reponerse, le comenté que no sé preocupara por el
dinero que todavía tenía lo suficiente ahorrado para pagar unos meses más de
alquiler.
Se calmó un poco y abrió el diario aunque me di cuenta
que no estaba leyendo, tan solo lo tenía enfrente. Guido estudiante miraba la
situación de manera discreta. Levantarlo a Guido trabajador del piso me había
provocado un tirón en la espalda, cada día empeoraba más, así que los dejé a
ambos y me fui a verlo a Guido médico para que me diera algún analgésico.
Lo vi a Guido músico, estaba tomando un descanso de
tanto practicar y practicar. Me extrañó no ver también a su amigo callado y de
cabello oscuro, pero me lo encontré inmediatamente cuando fui a la cocina por
un vaso de agua. Ahora parece ser estaba hablando con Guido creativo, se lo
veía muy interesado en lo que decía.
Me desperté a mitad de la noche, estaba en el living
de la casa. Me habré quedado dormido sin darme cuenta, pensé, me reincorporé
del sillón lentamente y con dolor. Gritos. Escucho gritos. Guido estudiante
está peleando de nuevo con su contraparte laboral. Me acerco y pregunto de qué
se trata esta vez. Me explican que ambos necesitan usar el traje mañana, el
único que tengo. Guido trabajador tiene una entrevista, mientras que el otro lo
necesita para rendir un examen oral. Les aconsejé que solucionaran el tema en
silencio, mientras yo iba hasta la cama. En el camino pasé por la cocina por un
vaso de agua, Guido creativo y el otro Guido 'de negro' seguían hablando muy
animadamente.
Pude ver la trompeta de Guido músico con mis ojos
adormecidos enfrente de mi cara, segundos antes de que ésta comience una
estridente melodía como si esto fuera la colimba. Miro el reloj despertador, es
casi medio día. La casa parece un barco a la deriva entre los miles de Guidos
que van y vienen. Trato de poner calma, pero la cantidad de problemas me
sobrepasa. ¡Qué difícil es convivir con uno mismo! los cuento, son como diez
incluyéndome. Escucho el ruido de la puerta de la casa que se abre y vuelve a
cerrarse de un portazo. Son Guido estudiante y Guido trabajador que vuelven a
casa. Siguen discutiendo. Voy a la cocina, cuento cinco más. Unos discuten con
otros, gritan, saltan, entro en pánico al verme totalmente descontrolado en
cada una de mis facetas. Guido borracho se acerca a mí con una botella de
whisky, me sirve una medida en un vaso, el cual bebo de un golpe. Recorro una
vez más la casa y veo a Guido somnoliento con un libro en la cabeza, se quedó
dormido en el sillón del living. Lo despierto, mandándolo a la cama. Al
levantarse veo como se toma la espalda para reincorporarse con dolor. En
seguida le pregunto si se queda dormido en el sillón seguido... 'Siempre' me
responde. Mi dolor, nuestro dolor, el cansancio, el mal humor, la perdida de
energía, de trabajo, el decaimiento... Todo. Lo ayudo a recostarse en la cama.
Trato de que este cómodo, pensando que mi dolor se aliviara. Veo que está el
Guido de oscuro en la habitación, le pido que lo deje dormir, y salgo al living
donde le digo a Guido músico que ya no siga tocando la trompeta. Una a una
comienzo a separar y calmar cada una de mis personalidades. Todos nos alarmamos
al escuchar un grito, viene del cuarto. Guido músico abrió la puerta para que
todos viéramos como aquel Guido oscuro apuñalaba con violencia a Guido
somnoliento. Traté de pararlo, ya era tarde, y necesité la ayuda de por lo
menos cinco para poder quitarle el cuchillo y encerrarlo.
Hace dos días que ocurrió esto. Dos días que no
dormimos, ninguno de nosotros, parece que el único que disfruta la situación es
Guido asesino, que encerrado intenta hablar con cada uno de nosotros. Ayer mató
a Guido músico, lo convenció de que solo quería escucharlo tocar la trompeta,
como todo artista ególatra no dudó en abrirle y confiar ciegamente. Veinte
minutos más tarde veía como lo ahorcaba con sus manos, llegué tarde, pero logré
encerrarlo nuevamente.
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